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Taller Literario de Salinas

El tenedor...

ELTENEDOR DEL MUERTO

En más de una ocasión, había tenido la oportunidad de escuchar algunas anécdotas de labios de su abuelo, sobre cómo habían transcurrido los difíciles días, cuando siendo joven le había tocado luchar, en la injusta y sangrienta guerra civil

Aquellas historias, solían surgir cuando en la televisión, se ponía algún reportaje sobre la contienda, o alguna película relataba hechos de la misma.Una de las que más le llamaban la atención, era aquella que su abuelo recordaba como más cruenta y emotivamente, una de las que más le afectaban.

Había sucedido no muy lejos de donde vivían. Era en una de las colinas cercanas al mar, y en la que aún quedaban restos de aquel emplazamiento, que había sido para un pequeño cañón, que trataba de proteger un posible desembarco por aquella ensenada anterior a la playa. El bunker de hormigón, todavía estaba intacto, nadie se había molestado en destruirlo ni enterrarlo. De algún modo parecía como un símbolo más, dejado por los vencedores para recordar su gesta “heroica” y a la vez fratricida. Algo que el abuelo trataba siempre de hacerle comprender ya que él había luchado en el bando republicano.

Nunca se le había ocurrido acercarse hasta aquel lugar, pero en aquella ocasión, seguramente como para honrar la memoria de su abuelo ya fallecido, se acercó hasta el bunker. Trató de imaginarse el sistema de trincheras que su abuelo le había descrito con tanto detalle, y aunque estas si estaban ya cubiertas por una capa vegetal, todavía se podía adivinar su trazado.

Había llovido abundantemente los días anteriores, y en una parte de estas trincheras, la capa de manto vegetal había desaparecido por causa de la torrentera, se acercó a mirar y algo llamó su atención. Saliendo de una de las paredes que había lamido el agua, aparecían los dientes de lo que podría ser un tenedor. No lo dudó un instante y aun a riesgo de enlodarse, bajó y tiró de él.

 Inmediatamente, vino a su memoria la historia que la había contado el abuelo: << era mediodía, estábamos en la hora del rancho y no había aviso alguno de ofensiva, cuando aquellos aviones aparecieron de la nada; no tuvimos tiempo ni de posar los platos para parapetarnos, las bombas empezaron a estallar y luego las ametralladoras remataron lo que las bombas habían comenzado, solo yo, arrastrándome con la herida que más tarde me costó perder la pierna, logré meterme en el bunker y refugiarme del ataque, todo el destacamento perteneciente al 8º batallón había desaparecido>>.

Limpió con cuidado aquel viejo y renegrido tenedor y en su mango apareció una inscripción “A. R. G. 8º Batallón”. Era evidente que, tras la muerte de su abuelo, aquel tenedor ahora era de un muerto.

Sandex, 18 de Agosto de 2010

1 comentario

Elegantex -

al leer tu texto me vi en Pinos Altos por un momento... es una historia muy bien contada sin dramatismo pero con sentimiento.