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Taller Literario de Salinas

EL TENEDOR...

EL TENEDOR…

 

            Anoche soñé que volvía a la Casa del Río. La verja extrañamente estaba abierta, las varas de hierro pintadas de negro rematadas por las doradas puntas de lanza brillaban al sol y la vieja señora asomada a la ventana que tenía abierta me sonreía. El sol hacía brillar los colores de los cristales que dibujaban el gran escudo. A la izquierda, la cancela que conducía a la escalera del embarcadero estaba cerrada. Sabía que no podía ser. La señora sólo se asomaba a la ventana que daba sobre el río como si quisiera ver siempre el fluir del agua y en su cara, generalmente pálida, la sonrisa estaba ausente. Solo amabilidad y melancolía aparecían en sus ojos claros. Ahora no. La alegría que yo nunca le había visto estaba presente en su rostro y al notar mi desconcierto levantó la mano para saludarme y mostrar el estuche de terciopelo azul. Al verlo, levanté mi mano hacia la suya para recogerlo. Entonces la bruma lo cubrió todo…

            No podré volver nunca a la Casa del Río. Lo sé. Pero a veces, en mis sueños, vuelvo a aquellos días. Veo correr a Manuel por el jardín, oigo sus risas y las mías y las voces de Julián, el criado que vigilaba nuestros pasos e impedía que bajáramos la escalera para llegar a las barcas. Y, a veces, vuelvo también a aquel plomizo día de diciembre, frío y ventoso. El río estaba cubierto por una blanca capa de hielo desde el día anterior cuando unos muchachos se deslizaban jugando sobre él. Nunca he podido recordar más, ni siquiera en sueños.

            Esta mañana, al buscar  mis papeles en la mesa del comedor, he visto el estuche de terciopelo azul con el pequeño tenedor de plata que me regaló la señora como recuerdo. Mientras yo estaba recuperando mi cuerpo y mi mente fue a visitarme. Primero fue de su tío, de él heredó también su nombre, le dijo a mi padre al entregárselo. Y añadió: Se fue por el río. Como él. Hoy sobre la mesa  había otro estuche muy parecido. Al abrirlo vi una cucharita también de plata con iguales adornos en el mango y con la misma inicial en letra mayúscula, la M. Cuando le he preguntado a Ana, su respuesta me ha sorprendido: Lo mandaron ayer. Es un regalo para nuestro pequeño Manuel. Pero la tarjeta no tenía firma. Solo una dirección, la del Hotel Río. Ya sabes. El que construyeron sobre la vieja casa…

 

                                              MEG

2 comentarios

elegantex -

lo soñado mezclándose con lo recordado, lo vivido... ¡muy eficaz!

Anónimo -

Como ya te dije, muy tierno