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Taller Literario de Salinas

Sábado 16 de julio

La mujer estaba sentada en un viejo y destartalado sofá al lado de la chimenea donde las últimas brasas del fuego alumbraban tenuemente la habitación. A su lado una mesa camilla de raídos faldones granates y encima de ésta, una foto y un almanaque de pie del año dos mil. Una luz azul que se escapa de una luna metafórica y lechosa se cuela por la ventana, solo cubierta por unos tenues visillos, e ilumina una foto en blanco y negro donde una pareja de novios se abraza al lado de un lago. La mirada sin brillo de la mujer pasa de la foto al almanaque, donde una fecha aparece rodeada por un círculo rojo, sábado dieciséis de julio. La fecha nos sitúa temporalmente en una estación del año, el verano y la foto, en un espacio, un lago de aguas plácidas y si, como en un juego,  buscáramos relacionar este tiempo y este espacio con la pareja de la foto, no podríamos sino pensar en una relación amorosa, quizá un amor de verano. Porque alguien a quién se abraza y se mira así, como hace la mujer con el hombre que está en la foto, no puede ser sólo un amigo, tiene que ser alguien más especial, alguien que ocupó instantes, momentos, etapas esenciales de una época de su vida, o la totalidad de esa vida. Y si vamos más allá y en una secuencia de acontecimientos que se nos antoja casi lógica, pensaremos en los tiempos felices que viviría la pareja de la foto, en la risa ingenua de los primeros momentos, en los encuentros y en los desencuentros, en las ilusiones ganadas y en las perdidas, en el incienso en el que se iría consumiendo lentamente su pasión, en el nacimiento del cariño como un sucedáneo… y también podríamos pensar ante la quietud y el ensimismamiento con que reposa su cuerpo en el sofá,  que en este momento el espíritu de la mujer se halla en armonía con su mente y que cada uno de los chakras de su cuerpo proyecta su energía al exterior para liberar su organismo y su alma.

            Pero a veces no hay nada más falso que la primera impresión con la que nuestros ojos contemplan la realidad, como si inconscientemente quisiéramos construir una escena que respondiera a nuestras expectativas. Y así si miramos más detenidamente, podemos observar la ausencia de ternura en los ojos de la mujer cuando mira la foto de los novios al lado del lago y que la belleza y la serenidad que un día pudo haber en su rostro, fueron robadas por una vida atormentada que luego talló sus facciones con estas arrugas secas y duras. Y cuando sus ojos se dirigen de nuevo a la fecha del almanaque, no hay ningún gesto optimista en su semblante, como pudiere ser una sonrisa para sugerirnos que tal fecha representara en su vida esa excelencia luminosa y colorista, semejante al arco iris si lo tuviéramos que expresar pictóricamente, que son los momentos más felices de nuestra existencia. Y también veremos que encima de la mesa camilla, al lado del almanaque y de la foto, hay un recorte de periódico gastado y amarillento, con fecha de sábado 16 de julio de mil novecientos sesenta donde aparece una noticia encabezada por el siguiente titular: “Espeluznante crimen pasional en la comarca. Una joven de veinte años asesina por celos a su novio. Mientras dormía le propinó veinte puñaladas que acabaron con su vida. Luego permaneció abrazada a su cuerpo durante tres días,  hasta que un vecino alarmado por los quejidos de hambre de los animales de la víctima,  se encontró con la dantesca escena”.

 

Xeres

2 comentarios

elegantex -

ya me parecía que,tarde o temprano, tenía que salir un puñal...je,je,je... muy bueno, no era fácil...

bordex -

Creo que sobra el comentario, porque ya sabes lo que pienso
"lirio"