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Taller Literario de Salinas

La cita

 

Acudía puntual a su cita, así que, como tenía por costumbre, atravesó el Collao, tocó el picu “El Cornín” y descendió veloz por la pradera  “Las Cerezales”, dejando a  derecha “Fontarente”  y a la izquierda la “Pena el Cuetso”. Se giró al pasar la braña vieja y tomando el valle del río llegó a la aldea.

 

Allí lo esperaba Valiente, a pie de cuadra, viéndole llegar y mirándolo de frente; y allí  sintió su aliento cálido en la cara.

 

Así que se adentró en la oscuridad del establo, y,  tomando la cuerda trenzada para amarrar los xatos se subió a un tayuelo, pasó la soga por la viga cimera y deslizó el extremo opuesto, el del  lazo, por su cuello.

 

El visitante golpeó furioso la puerta de madera, reclamó su deuda y el estallido que produjo el portazo ahogó, misericorde,  el sonido regular del tayuelo rodando por el suelo de piedra de la corte.

 

Hálito terrible y mesetario,  exhalación brutal y terrestre: el viento del sur, había llegado.

5 comentarios

anónima1 -

Pues el segundo anónimo no soy yo

Anónimo -

Algo parecido...

Xeres -

El viento que vuelve loca a la gente... ¿como la luna llena?

Anónimo -

Bello y oscuro, aunque ya se sabe el viento se lo lleva todo...hasta la muerte y las palabras.

Bor... -

¿Ves? Ahora me enteré del problema. !pobre!