La cita
Acudía puntual a su cita, así que, como tenía por costumbre, atravesó el Collao, tocó el picu “El Cornín” y descendió veloz por la pradera “Las Cerezales”, dejando a derecha “Fontarente” y a la izquierda la “Pena el Cuetso”. Se giró al pasar la braña vieja y tomando el valle del río llegó a la aldea.
Allí lo esperaba Valiente, a pie de cuadra, viéndole llegar y mirándolo de frente; y allí sintió su aliento cálido en la cara.
Así que se adentró en la oscuridad del establo, y, tomando la cuerda trenzada para amarrar los xatos se subió a un tayuelo, pasó la soga por la viga cimera y deslizó el extremo opuesto, el del lazo, por su cuello.
El visitante golpeó furioso la puerta de madera, reclamó su deuda y el estallido que produjo el portazo ahogó, misericorde, el sonido regular del tayuelo rodando por el suelo de piedra de la corte.
Hálito terrible y mesetario, exhalación brutal y terrestre: el viento del sur, había llegado.
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anónima1 -
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Xeres -
Anónimo -
Bor... -