Blogia
Taller Literario de Salinas

Los objetos nos hablan

Los objetos nos hablan

(Vacía pero llena)

 

  La que más nos dijo fue la maleta vacía de Tardex, porque ¿cuántas cosas de las que poseemos realmente queremos llevarnos? Ella, ninguna. Y todos iniciamos este viaje oral con nuestras maletas vacías.

  Pero nuestros objetos continuaron, locuaces.

 

  Alex escuchaba el mar, inmenso, desde su caracola, que me dijo que yo también tenía una. Aunque ¿quién sabe? Quizás fuera un vaso…

  Buldox nos mostró al verdadero amigo del hombre. Y me habló de mi querido Kako al que enterramos hace 5 años.

  Malalax nos llevó en barco por Tierra de Fuego en la que, por cierto, hace tanto frío. Y desempolvó en mi memoria aquellas crónicas que me mandaba Ismael cuando escaló el Aconcagua.

  Mogox nos trajo lo que dijo que era un calibre, un pie de rey. ¡Ja! (entre nosotros), en realidad era un caballo de latón. ¡Cuántas millas recorrí a lomos del caballo de mi abuelo por los dorados campos de Castilla!

  No como el caballito de Meg, claro, tan tierno, tan triste. Aunque todos los caballos trotaban a su manera. Cuando Loli nos dejó, quise quedarme el suyo, pero era de madera y había herederos preferentes.

  Cándidos, picamos el anzuelo entrañable que nos puso Bordex en su emotivo reencuentro con “la pesca”. Nos sacó, como a pececillos incautos, por un instante, a la superficie de la realidad. Casi nos asfixiamos…

  …hasta que Alfonxs, juguetón, nos hizo perdernos de nuevo en el complejo y enrevesado cubo de los olvidados juegos de la infancia.

  De infantes era el relleno del tintero de Dominique y ¡Ay!…vino el ratoncito Pérez.

  Los “días de radio” de Jorgx, eran días en blanco y negro, al calor de la posguerra y las abuelas: Las bollinas, las toriijas…me arropaban sus faldones.

  Y Vox: agua, anillos y amores…de plata y soberanos, perdidos y hallados. 

 

  Partimos con nuestras maletas vacías, sí, pero nuestros corazones abiertos. Los recuerdos llamaron  y los objetos, uno a uno, entraron.

  Mi maleta está otra vez llena: la caracola que me regaló mi padre, la correa de kako, las cartas de Ismael, el cielo de Castilla, Loli vestida de blanco y gasa, las tardes de pesca en San Ciprián, el Escalextric, el botón del ratoncito, el brasero de la abuela…y un Claddagh.

 

Y cada uno que llene (o vacíe) su propia maleta.

 

Bicha

5 comentarios

tardex -

Me encanta el final de la página todo poesía y candor y nos rematan con un anuncio de maletas sansonite

jorgx -

Es muy bonito como has ido "tejiendo" las historia de cada uno de nosotros. Al final has conseguido una manta muy calida para abrigarse en días tristes y frios, llenos de recuerdos. Como en las criticas de revistas literarias ("Qué leer"), yo te pongo cinco tinteros (máxima calificación)

Xeres -

Te digo como a Alfonxs que como tú se prodiga poco, pero cuando lo hacéis, ¡lo hacéis con nota!

bordex. -

Cuando te pones, te pones...
me parece genial y a la vez tierno. !Me gusta lirio!

elegantex -

muy bueno... y no era tarea fácil enlazar tantas vivencias ajenas a tus propios recuerdos....