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Taller Literario de Salinas

El peligro se siente

El peligro se puede sentir.  Por bulldox

Las vacaciones en Cancún habían sido cortas pero muy buenas, veníamos camino a nuestra casa en Caracas en el avión lechero que aterrizaba en casi todas las capitales de Centro América. Ya llevábamos varias horas de vuelo y tres o cuatro paradas. La última había sido en la zona franca del aeropuerto de Panamá. Realmente la parada en Panamá era de 45 minutos sin otro motivo que pasaras un rato de compras en las tiendas duty free del aeropuerto, donde mucha gente iba a comprar artefactos eléctricos, cámaras, y ordenadores.

Ya superadas esa hora de compras y de haber estirado los pies viendo las vidrieras de las tiendas, nos encontrábamos sentados esperando en la cola del enorme avión, en la zona de fumadores, en los asientos 47 A y B, detrás de nosotros solo habían cinco o seis filas vacías, que se iban estrechando con el fuselaje del avión. Ya había subido todo el pasaje, cerradas todas las puertas, habían dado las instrucciones de vuelo repetidas ya cinco veces ese día mientras el avión carreteaba hasta el extremo de la pista. Éramos los terceros en la fila de aviones en espera para despegar y el piloto ya nos había anunciado que demoraríamos unos quince minutos más.

Leía una novela muy interesante de Irving Wallace mientras esperábamos. En un momento dado la aeromoza y el sobrecargo pasaron apurados hacia el fondo y vimos por la ventanilla que se acercaba un coche oscuro hasta el avión.

-       Estos privilegiados que los espera el avión en la cabecera de la pista, comente

-       - Si; a nosotros nos hubieran dejado hace ya mucho tiempo y a ellos los traen en coche hasta el avión en el extremo de la pista.

-       Lo que son las cosas dije, y seguí leyendo mi novela.

De repente sentí como un golpe en el estomago, un golpe de miedo y di un salto. ¿Qué te pasa pregunto margarita?  No sé; le conteste con una palidez enorme, siento pánico, siento como una ola de miedo muy fuerte, y un nudo en el estomago.

Detrás, en ese mismo momento, por la escalerilla del cono de cola entraban varias personas de traje y gafas oscuras y traían a una persona mal encarada que esposaron al último asiento. ¡A esté ni agua!, le dijo a la aeromoza el que figuraba como jefe del grupo. Se despidieron y salieron de nuevo por la escalerilla del avión.

La sensación de miedo se me quito al cabo de unos minutos, nunca sabría porque me pasó. Ni sí la causa de esa sensación era la peligrosidad del esposado o la violencia que irradiaba el policía que lo llevó al avión.

Pero me di cuenta que mi cuerpo poseía una antena parabólica y era un buen receptor de peligro o de violencia y era la boca de mi estomago el que me avisaba.    

4 comentarios

Distrax -

Sólo me parecería largo, si se tratase de un micro relato que tuviera que tener x líneas, de no ser así, me gusta como se desenvuelve la acción, dentro de un contexto (una historia)

Anónimo -

Empiece, no, comienzo y lo mismo digo

elegantex -

perdón... empiece

elegantex -

me gusta mucho a partir del momento en el que te metes de lleno en la historia propiamente dicha... quiza se hace un poco largo el comienzo... ¿o empieze?