DECISION
DECISION
Amanece. Apoyo mi frente sobre el cristal helado de la ventana para contemplar la calle vacía. Sólo se ven algunas luces rápidas de coches que pasan a lo lejos. De Juan y sus amigos no hay ninguna señal. Estoy cansada y me siento sola. Lo peor es que mañana pasará lo mismo. Algunas excusas, murmuradas entre dientes, un leve roce en la mejilla que pretende consolarme inútilmente, para volver a lo mismo. El vino, el vino y la juerga están tan presentes en mi casa como los objetos cotidianos. Cada año es peor. Debería cambiar.
Amanece. Salgo al porche de la casa y miro a lo lejos. La luz se extiende sobre un cielo muy pálido, de suaves tonos azules, violetas y rosados mientras el sol se levanta lentamente sobre la línea del horizonte. La quietud invade el campo, los árboles y el río. Juan se ha perdido en algún lugar del tiempo. Y, a pesar de las dudas, por encima de ellas, por primera vez hace años, me siento en paz.
MEG
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Dominique -