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Taller Literario de Salinas

LA CAJA (la bacinilla...)

 

 

  LA CAJA

 

    Me desperté.

    Tenía una resaca brutal: la boca más seca que una lija de 40, el estómago al revés y unas insoportables ganas de vomitar. La cabeza me daba vueltas y no me sentía con fuerzas para sortear las gallinas del corral ni para soportar el olor a caca seca.

    Entonces la vi.

    Era una araña grande como un centollo, negra, y peluda como un oso. Y estaba en una viga sobre los pies de mi cama. Su visión me dejó petrificada. Para salir  tendría que pasar bajo ella. Me la imaginaba, a la asesina, posando sus asquerosas patonas como ventosas paralizantes sobre mi cuello.

    Decidí recurrir al “humillante”.

    Sin perderla de vista, me deslicé hasta el extremo derecho de la enorme cama niquelada. Tuve que inclinarme fuera de la misma hasta tocar el frío suelo. Nada. Me deslicé, ojo avizor, hasta el lado izquierdo, pero otra vez me topé con las gélidas baldosas, aunque yo sudaba como una cerda marina. De un salto, que me pareció mortal, me acucliyé fuera de la cama a riesgo de que la perversa sicaria se mosqueara y saltara, ella también mortalmente, sobre mí. Lentamente me abunqueré bajo la cama y palpé cada rincón con una pavorosa cautela no fuera que la malvada descendiera  sigilosa y anduviera merodeando en la oscuridad ajedrezada.

    Definitivamente la bacinilla no estaba debajo de la cama, pero encontré una caja de zapatos…

 

Lavox

1 comentario

Anónimo -

Mejor unos zapatos, que un perico