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Taller Literario de Salinas

Doña Angustias y Doña Miseria

Doña Angustias y Doña Miseria

No se conocían hasta que sus miradas se cruzaron a pesar de que Doña Angustias tuviera siempre mucho cuidado de que eso no ocurriera; pero, un momento de descuido lo puede tener cualquiera, sobre todo estando Doña Angustias como estaba, absorta en cerrar la cremallera de su monedero que cada dos por tres se le atascaba. Ahora de camino a casa iba hablando sola aunque eso fuese de gente loca.

--Se les da sin más miramientos aunque... ¡vaya usted a saber en qué se gastan las limosnas! iba murmurando. 

--¿Y cómo nos lo agradecen? antes, con “toda humildad y zalamería” como siempre fue y como tiene que ser; pero ahora lo hacen mirándonos a los ojos… ¡sí señor!... ¡levantando la cabeza y mirándonos a los ojos! y me pregunto ¿para qué creerán que se les da?¿para que se nos pongan arrogantes y nos cuenten sus vidas? pues… ¡hasta aquí podríamos llegar!... el trato era bien simple pero, en lo que a mí se refiere, queda roto; bastante mal huele la miseria sin que, además, tengamos que mirarla a los ojos.

                                                                                          DOMINIQUE

 

5 comentarios

Tarama -

Puede ser un pensamiento bastante real aunque no bien visto, me gusta la historia.

Anónimo -

la F de... ¡"Faya" usted a saber!

chulex -

...¡que no!... es la F de Fenomenal!

Anónimo -

Falsaaaaaaaaa.....

Anónimo -

esta es, parte de la sociedad-F...