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Taller Literario de Salinas

Mensaje

 

 

 

Parecía que no acababa nunca, pero sólo duró unos minutos… Momsk miraba a Joachim y no podía creer el mensaje. De pie, en el umbral, temblando de angustia, el muchacho apenas podía respirar. Debía haber corrido a lo largo de los 10 Km. que los separaban de Katowice. Detrás de él la oscuridad de la noche envolvía la aldea. Sólo alguna luz perdida iluminaba el paisaje.

Abrazándole casi, le hizo entrar: Has sido un valiente muchacho judío esta noche. Siéntate y descansa.  Ahora tengo que preparar la partida.

Salió de la estancia y se dirigió al dormitorio: Maryan, despierta. Prepara a la niña. Recoge algo de ropa y de comida y tus joyas.  No las olvides. Pueden ser útiles.

Luego se dirigió al patio.  Iba en busca del viejo taxi que utilizaba para trasladar cada día gente de la aldea a la ciudad. Miró el depósito para comprobar la gasolina. Estaba lleno. Colocó unas mantas en los asientos traseros y llamó a Joachim. Avisa a los vecinos y diles que adviertan al resto. Tú vendrás con nosotros.

Una hora más tarde rodaban por la vieja carretera llena de baches. Devorah al salir, asombrada y feliz a pesar del sueño, había señalado las estrellas, luego se había vuelto a dormir abrazada a su madre. Momks conducía inquieto. Joaquim sentado a su lado miraba constantemente hacia atrás, lo mismo que Maryan temiendo ver los uniformes verdigrises de la Wehrmach avanzando sobre su tierra polaca. Amanecía. Era el 1 de septiembre de 1939 y una nueva guerra se cernía sobre Europa.

 

1 comentario

Tarama -

Verídico, se te dan bien los relatos con fondo histórico.