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Taller Literario de Salinas

Esculturas de arena

 

“Ser estatua está masificado y en decadencia…, y es efímero” Era el texto que se leía en el libro que la figura de mujer sostenía sobre su regazo. El joven que la estaba esculpiendo sobre la arena húmeda la había hecho surgir de una base rústica, aborregada, como una especie de milagro. Pensativo, el muchacho se alejó para contemplar su obra. Alrededor, en la playa, muy cerca, una cabeza de anciano perfectamente modelada miraba a su alrededor con una mezcla de burla y picardía. Más allá, próximo a las olas, un castillo lucía sus almenas y su elegante torre.

El joven examinaba su escultura. El pelo formando grandes bucles sujetos  apenas por el sombrero que aparecía sobre la espalda, caía con gracia sobre los hombros. La cabeza estaba inclinada ligeramente hacia el libro y el rostro tenía una expresión serena matizada por una suave melancolía. Miró hacia el castillo. Recordaba su afán por modelarlos, la fuerza y la belleza que lograba transmitir y sus innumerables premios. Sacudió la cabeza. Eran otros tiempos.

Al acercarse, modeló otra vez los labios y los ojos con suavidad, casi como si fuera una caricia. Luego escribió al pie de la escultura “Maite”. De repente sonrió con tristeza, una gota de lluvia, como una  lágrima, corría por el rostro de arena de la muchacha. Comenzaba el final.

2 comentarios

Anónimo -

es bueno. El final enternece

Anónimo -

"modeló los labios y los ojos ccmo si fuera una caricia"... me hubiera gustado poder escribir esta frase tan llena de ternura y sensualidad...