Blogia
Taller Literario de Salinas

La trastienda

La trastienda

Joder, chico, yo sé que estas cosas pasan, y demasiado a menudo por desgracia, pero cuando ya las presencias tú, se te vienen encima tantos titulares de periódicos, tantas mujeres anónimas a las que no lloraste porque te pillaban lejos...

            La chica cogía todos los días el primer autobús de la mañana. Creo que trabajaba en una empresa de limpiezas o algo así. Era muy agradable, pero tenía una cara muy triste, así como de tener mucha trastienda, ¿me entiendes?.. Yo me fijo mucho en la gente mientras suben y a veces hago cábalas sobre su vida, me invento su historia. Y la de esta chica me apuntaba bastante mal. Siempre venía sola, pero ayer subió con un hombre. Entraron ya discutiendo por algo, pero ella echaba balones fuera porque no quería entrar al trapo delante de la gente, imagino. Se sentaron justo detrás de mí. Ahora pienso que quizás quiso protegerse con mi cercanía, joder. El tío le estaba preguntando algo sobre un tal Emilio, y ella le aseguraba que no era más que un compañero de trabajo. Pero él, erre que erre, que  si “voy a verle yo el careto ahora al chulo ese”, que si “ya sé porqué te levantas tan deprisa por las mañanas”, que “para agarrar una puta escoba no hace falta tanto maquillaje y tanta hostia”....La chica empezó apaciguándole como pudo, pero cada vez le temblaba más la voz, imagino que por vergüenza, pues el resto de la gente se había quedado muda, quizás presintiendo la desgracia. Nunca se me hizo tan largo el trayecto... El tono fue haciéndose cada vez más fuerte. Debió de zarandearla porque se quejó de que le había hecho daño. En vez de calmarse, le debió de soltar un bofetón, porque la gente contuvo un grito. Y ya todo sucedió demasiado deprisa. Yo le recriminé su actitud como pude, mientras intentaba aparcar el autobús. Pero entonces se oyeron voces, gritos, y la gente como loca acurrucándose hacia el fondo. No pude hacer otra cosa, de verdad. Sólo pensé en que llevaba un volante entre las manos. Y cuando logré frenar sin provocar un accidente,  la chica estaba llena de sangre y tenía una cara de terror como jamás he visto. Ni siquiera pensé en el hombre. Luego me enteré que salió corriendo en cuanto paramos. Me quité la chaqueta y empecé a tratar de parar aquel torrente rojo...

            Enseguida llegó la policía alertada por algún pasajero. Se llevaron a la chica en una UVI móvil, después de atenderla como pudieron allí mismo. Acabo de preguntar por ella y me han dicho que ha muerto antes de llegar al hospital. El muy cabrón sabía dónde le daba.

            No sé si voy a seguir con mi juego de las historias. Mejor escucho la radio...

Rosa Rubio Domínguez

 

 

0 comentarios