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Taller Literario de Salinas

LA CLÍNICA DEL DR. ROMERO

 

Aparentemente, no dejaba de ser un edificio más de aquel barrio, no obstante, tanto la botonera del portero automático como, la puerta de aluminio acristalada, mostraban claramente una adaptación a tiempos más modernos; precisamente eran estos dos elementos los que denotaban que no se trataba de un edificio más; un trozo de papel en forma de flecha pegada a la pared, apuntaba hacia uno de los botones del piso tercero. La puerta y los cristales exhibían una pátina que solo el tiempo y la desidia son capaces de acumular; esta sensación se acentuaba, cuando tras apretar aquel pulsador, la puerta franqueaba el acceso al oscuro portal, en el que era imposible de adivinar el color de la pintura.

 Los peldaños de la escalera, de madera desgastada por los años, iban ascendiendo entre algún que otro crujido que su misma antigüedad les arrancaba, sería toda una osadía apoyarse en el pasamanos. Solo funcionaban tres de la bombillas de los cinco pisos y la luz que entraba por el lucernario, parecía filtrada a través de un cortinón de terciopelo, por las telarañas que acumulaba; el rellano del tercero tenía la bombilla encendida, de modo que podía leerse, aunque vagamente, el letrero de porcelana con algún desconchón que había en la puerta: “ CLÍNICA DEL DR. ROMERO”.

La puerta se abrió perezosa y pesadamente y un bulto semi invisible en la penumbra, señaló con su mano un pasillo, que bien podría ser la boca del infierno. Parecía interminable y al recorrerlo en dirección a lo que debía de ser la sala de espera, se pasaba junto a una puerta entreabierta a través de la cual, se veía un sillón de cuero raído con algún desgarro, frente a una oscura mesa atestada de librajos y papeles; cerca, algo parecido a lo que en su día pudo haber sido una camilla de un  paritorio, pero que ahora, la suciedad por la falta de higiene y el reiterado uso durante años, lo había convertido en algo parecido a un cadalso, donde absolutamente todo quedaba en manos de aquel ser, tan oscuro y tétrico como el ambiente en el que se desenvolvía.

Una pequeña mesa metálica cercana, portaba una serie de extraños y espeluznantes instrumentos sobre un descolorido paño, que de algún modo, hacían parecer aún más patético aquel lugar al que había tenido que recurrir y que, nunca hubiese querido visitar.

                                                         Sandex, 19 de Enero de 2010

1 comentario

mogox -

Jose Angel, con este me trasladaste totalmente a ese sitio