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Taller Literario de Salinas

El trato

Erase una vez…  un niño de cualquier barrio mísero de Kosovo. Hoy se ha levantado pronto, es Navidad. La víspera, se empeñó en dejar sus zapatos junto a la ventana. Su madre no le dijo  nada cuando, unos días antes, le vio preparar una carta para Papá Noel y pedirle una bici (desde que han vuelto de aquel otro país su madre nunca dice nada, se limita a llorar en silencio);  su hermano mayor, como siempre, apenas si le hizo caso; su padre, sin embargo, se puso muy serio al recordarle que ahora todo había cambiado para ellos, que Kosovo no era Alemania y que tenía que ser razonable. Claro que sabía que el barrio infame, donde tenían que malvivir ahora, no tenía nada que ver con su otro pueblo, allá en Baviera, allá de donde le decían que no era,  pero donde hacía apenas seis años él había visto la luz por primera vez. Sí, lo entendía… habían sido repatriados (era una palabra muy complicada que no le gustaba al niño) ahora que la guerra había terminado y habían vuelto al país al que pertenecían aunque… ¿de verdad Kosovo era el país al que pertenecían? ¿De verdad existía un país para el pueblo gitano?

 El niño se acerca a la ventana… no está la bici, sólo sus zapatos de suela despegada aguardando como dos pobres centinelas. De repente el pequeño oye ruido en la calle y pega la nariz contra el cristal helado; el vaho de su respiración ha formado como una aureola; en ella y en la semiclaridad del día que nace, el niño ve, saliendo de un coche negro muy lujoso, a un hombre envuelto en un abrigo de cuero que le llega hasta los pies. Rápidamente el niño se vuelve a acostar –si  papa Noel me ve levantado no me dejará la bici – piensa  el pequeño.

Cierra los ojos. Oye la puerta que se abre. Oye a alguien dejando algo junto a sus zapatos al pie de la ventana. Oye la puerta que se cierra. El niño  entreabre los ojos... es una bici y es roja.

En la calle, el hermano mayor del niño ha vuelto hacía el coche,  se despide en silencio del hombre del abrigo de cuero; antes de desaparecer en su trineo negro el hombre le susurra:

--No lo olvides, ahora trabajas para mí, eso era el trato…  ya te llamaré.                                 Elegantex

1 comentario

Xeres -

La historia de la a veces terrible realidad es muy buena y conseguiste dejarme con el ánimo "pelín encogido".