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Taller Literario de Salinas

TRES APUNTES SOBRE COLOMBOFILIA

La colombofilia es el arte de criar palomas.

En mi familia somos criadores de palomas desde tiempo inmemorial. De mis padres heredé esa tradición. Ellos aprendieron de mis cuatro abuelos y éstos, a su vez, de mis ocho bisabuelos, y a ellos les enseñaron, sin duda, mis 16 tatarabuelos. Más atrás, no sabría decirles, mi memoria no alcanza tanto, pero estoy seguro de que fue así, de generación en generación desde que Dios creó el mundo y a las criaturas que lo pueblan.

Cuando llegó el día observé maravillado cómo rompieron el cascarón mis primeros pollos y, luego, me gustó alimentarlos cuando no eran más que diminutos dinosaurios rosados de ojos monstruosos, que no abrían la boca más que para protestar y comer. Para ellos elegí los mejores granos de trigo y el mejor mijo que pude encontrar. En ocasiones, deshacía un buen trozo de  una hogaza de pan duro y les daba pequeñas migas remojadas en leche. Siempre he procurado que mis palomas se críen sanas y fuertes.

Pronto les salieron los primeros cañones y luego un plumón suave y blanco, las  plumas posteriores me confirmaron que se convertirían en las aves adultas, bellas y generosas que yo siempre había deseado.

 Ahora mismo crío dos pichones canelos y una palomilla blanca.

Todas las noches visito su nido y compruebo que se sienten cómodos y calientes, seguros y preparados para pasar la noche. Lo mismo hago por la mañana temprano. Ellos me miran, entonces, desde su cálido descanso y estiran despreocupados sus alitas dándome los buenos días.

Mis pichones no son de competición. No son altivos palomos calzados ni elegantes buchones franceses, tampoco envidio que lo sean. Son aves corrientes, aunque eso sí, portadores de esa belleza que imprime la naturaleza en su sencillez.

En ocasiones, nos reunimos varios devotos a este arte para comentar asuntos propios de nuestra afición.

- ¿Cómo va esa nidada?

-¡Bien se cría!

-¡Ojala en el futuro pudiéramos emparentar mi palomo “ojoperdiz” con tu pichona isabela!

-Quién sabe, el mundo da tantas vueltas, y hay tantas aves en el cielo…que ¡Cualquiera sabe dónde acabarán! ¡A lo mejor con una torcaz!

Mis pichones empiezan ahora a dar sus primeros vuelos. Son simples revoloteos, como para escucharse a sí mismos el ruido de las alas.  Comienzan a formar sus propios bandos. Siempre cerca del palomar.

El buen colombófilo debe procurar que sus aves crezcan despiertas y ágiles, asegura así en gran medida su supervivencia.

A veces me despierto sobresaltado de noche, imaginando que una rata acecha su nido. Sé que aún tengo fuerzas para espantar a un roedor o a un gato, pero ¿Y cuando sea viejo? ¿Cuando sea un halcón el que los ataque? Mis huesos estarán demasiado viejos. Jamás podré saltar tan alto como para espantar a la rapaz vigilante…eso me desvela.

Las palomas poseen un extraordinario sentido de la orientación.

Cuando los pichones alcanzan la madurez normalmente abandonan el palomar, aunque, si son de buena raza y han sido bien tratados siempre regresan al lugar donde nacieron.

Es lo que yo espero, que vuelen alto y lejos.

Y que algún día,  regresen.

Fonx

5 comentarios

Anónimo -

¡Qué bonito y lleno de ternura! Es una pena que haya pequeños fallos verbales y de puntuación.

Xeres -

Te prodigas poco pero cuando lo haces es "un gustazo" leer lo que escribes. ¡Ah! y seguro que vuelven.

Mex -

Seguro que vuelven

elegantex -

regresarán, no lo dudes...

Anónimo -

!Precioso!