Blogia
Taller Literario de Salinas

Naufragio

NAUFRAGIO

Me hallo sumida en el marasmo y no veo solución.

Hace un mes que navegamos en nuestro velero. Por radio nos informan que se está desarrollando una tormenta, y que hay que tomar precaución. Estamos en medio del océano y ponemos rumbo a tierra más cercana. Las olas se enarbolan y toman alturas que asustan. Ya el cielo se lleno de unas nubes densas, comenzó a llover, la tormenta eléctrica se persono en un momento. En un tris tras llegó viento del norte, revolcando nuestro bote. Estamos aturdidos.

No sé como nos encontramos tirados en una isla, sin rumbo y sin saber cómo volver.

Lo primero que hicimos fue hacer una vivienda para poder pernoctar y buscar la manera de salir de ahí. Pasaron los días y la inmovilidad se encargó de nosotros, no teníamos agua potable. Conseguimos algunos frutos y eso era lo que comíamos. La desgana nos sumía en una gran depresión

En el grupo se encontraba un chico que sabía de supervivencia, pero con el shock  había quedado paralizado. No encontramos que hacer, la apatía iba tomando cuerpo.

Al fin nuestro amigo reaccionó, nos dirigió y nos animo a buscar varios elementos que nos harían la vida un poco más llevadera. Nos organizamos, cada uno tenía que traer palmeras, o maderas que el mar había depositado. Con unas piedras, un espejo y unas hojas secas hicimos una fogata. Una de las chicas tenía una blusa transparente que nos sirvió de red y por lo menos pudimos pescar. Por las noches alguien se quedaba de guardia por si se veía alguna embarcación. Paso un mes y luego otro, supervivimos de los frutos de la isla y la pesca.

Nuestra ropa estaba casi inservible, nos preguntábamos cuánto tiempo más estaríamos allá.

A lo lejos divisamos alcatraces, eso significaba que había un barco cerca. Buscamos todos los deshechos que encontramos y prendimos fuego, soplando y tratando de sacar el máximo de humo para que nos vieran. Se acercaba un pesquero, por eso es que las aves pululaban a su alrededor. Nos divisaron, por fin alguien se acercaba. La algarabía por la emoción iba subiendo de tono. El barco ancló a una distancia prudencial y se bajó un marinero en un bote dirigiéndose hacia la isla. Por fin podríamos volver a la civilización.

El capitán del barco nos saludo y nos dio la bienvenida. Le relatamos lo que nos había pasado.

Todo había concluido.  La aventura nos había unido. No todo el mundo sale ileso de tal experiencia.

2 comentarios

Xeres -

Me recuerda a los relatos de aventuras.

Bordex -

Tragedia con final feliz