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Taller Literario de Salinas

La pesadilla

Todas las noches a lo largo de los últimos nueve meses le sucedía lo mismo. Se despertaba siempre temblando, empapado en un  sudor frío y pegajoso que mojaba las sábanas y ya no lo dejaba conciliar un sueño tranquilo. 

         La pesadilla, motivo de su insomnio, era recurrente. Y luego estaba aquella angustia que lo asfixiaba y dejaba su cuerpo como el de un muñeco desmadejado, como un pelele sin voluntad.

         Si cerraba los ojos veía en una nebulosa gris lo que le sucedía cada noche. Una masa informe sin color definido, como un enorme colchón de plumas que se enrollaba y lo atrapaba a él dentro. El colchón parecía inflarse y a medida que se hinchaba, él sentía la presión de aquella masa que lo aplastaba.

         Era viernes y comenzaba a oscurecer. Conducía lentamente porque llovía mucho y sentía la modorra de todas las tardes tras la noche insomne. La radio recomendaba extremar las precauciones en la zona donde él se encontraba, pues tras una semana lloviendo torrencialmente el río y las torrenteras corrían peligro de desbordamiento.

         De repente una masa informe y gris golpeó contra el costado lateral del vehículo y lo desplazó fuera de la carretera. Intentó recuperar el control del coche pero en cuestión de segundos sintió como una fuerza superior lo sacaba del asiento y lo zarandeaba como un muñeco. Intentó salir por una de las ventanillas pero sólo consiguió que aquella enorme masa de agua descontrolada lo succionara. Después,  mientras su boca se retorcía en un grito angustiado y silencioso sintió que lo aplastaba la presión de todo aquel volumen de líquido sobre su cuerpo.

Mercedes

1 comentario

camela -

Conseguiste asustarme !chica!