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Taller Literario de Salinas

El legado

Samuel Borjano se sentó delante del ordenador colocando sus dedos escuálidos y temblorosos sobre el teclado. Mientras su enjuto y encorvado cuerpo se estremecía en convulsiones para expulsar  esputos sanguinolentos siguió el dictado de su cerebro que se consumía por la fiebre para escribir lo siguiente:

         “Yo, Samuel Borjano, alias ”Samuel Veneno” como seudónimo, escritor maldito y denostado, irreverente, blasfemo, pendenciero, bisexual con un punto masoquista, alcohólico, drogadicto, aficionado y practicante de alguna que otra perversión, amoral para la mayoría y genio apocalíptico para unos pocos, escribo esta carta. Hace tres meses que sé que me voy a morir y en ese tiempo record he escrito mi último libro “El Legado”. En él aparecéis todos, todos aquellos que durante todos estos años habéis criticado y juzgado mi forma de vida pero que, como en última instancia yo era un negocio, porque mal que os pese mis relatos tenían éxito y como lo que mueve vuestras conciencias es el dinero, me habéis permitido existir en mis libros.

      Diréis cuando leáis estas líneas que me lo tengo merecido, que esta muerte temprana no es sino una consecuencia de mis vicios, de mi vida disoluta y llena de excesos, pero yo os digo que no me arrepiento de nada, que si mil veces viviera mil veces haría lo mismo.

Y particularmente mi libro “El legado”, es eso un legado para vosotros, mis inmediatos colaboradores, los que durante años habéis vivido a mi costa, como garrapatas humanas succionando hasta la última gota de mi sangre si yo os hubiera dejado. En mi novela veréis que estáis perfectamente caracterizados, que sois fácilmente reconocibles, con vuestras vidas pequeñas y contradictorias, con vuestros mezquinos secretos, formando parte de un argumento retorcido, oscuro y con un final sorprendente.

En mi libro apareces tú, Pedro, mi editor, y también tu mujer, Adela, que durante todos estos años ha estado acostándose conmigo y ¿sabes porque lo hacía? Porque decía que le gustaba el morbo de mi lado oscuro y eso es algo que tú nunca podrás darle.

Y tú Daniel, que eres mi crítico literario favorito por que las críticas que hacías de mis libros eran tan ácidas y corrosivas como el mundo de mis novelas, pero con una diferencia, que lo tuyo no era sino producto de la envida, de la amargura del escritor que nunca pudiste llegar a ser mientras que lo mío eran los relatos de mi propia existencia.

          También estás tú, Álvaro, que desde tu posición de asesor cultural del Ministerio has intentado acabar conmigo de todas las formas posibles. En mi libro vuelvo al pasado, a nuestros tiempos de facultad, aquellos en los que tú eras el chivato del régimen, el que avisaba a la policía cuando teníamos asambleas ¿o acaso pensabas que no lo sabía? Sólo estaba esperando el momento oportuno para contarlo.

Y por supuesto estás tú, mi fiel secretaria Greta, fidelidad entendida en un sentido pecuniario pues si alguien te hubiera pagado más que yo no hubieras tenido la más mínima duda en irte. Yo conozco tu secreto, ese que escondes bajo esa apariencia de mujer fría y seca, con tus trajes de chaqueta siempre tan clásicos, tus zapatos planos y monjiles y ese aspecto de eficiente laboriosidad. Sé que te gustan las mujeres porque cuando mis ocasionales amantes venían a verme al despacho no podías evitar mirarlas con ese deseo contenido y atroz de los que nunca serán capaces de reconocerlo.

          Vosotros tampoco podéis faltar, mi aristocrática y decadente familia, porque con vuestra hipocresía y falsa moral dais mucho juego para un buen argumento.  Siempre habéis renegado de mí, hasta ahora, que os abalanzareis sobre mi herencia, pero sabed que no os tocará nada pues sólo dejo un montón de deudas y es que en una vida tan disipada como la mía los gastos son siempre superiores a los ingresos.

A los que sois creyentes os quedará el consuelo de que arderé en el infierno por los siglos de los siglos pero a los que no lo sois no os quedará ni eso, pues me desintegraré en la nada más absoluta hasta el fin de los tiempos.

Y así Samuel Borjano les envió esta carta junto con una copia del manuscrito de su libro “El legado” para que tuvieran el dudoso privilegio de ser los primeros en leer su obra póstuma.

Dos días más tarde apareció en el periódico la siguiente noticia: “Es hallado en su domicilio el cuerpo sin vida del escritor Samuel Borjano, tan famoso por sus libros como por sus escándalos. Fue descubierto por su asistenta ayer, a primera hora de la mañana. El novelista se encontraba acostado en su cama con un tiro en la sien. Todos los indicios apuntan a que se trata de un suicidio”

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