Blogia
Taller Literario de Salinas

Planta de descansillo

Cargado con bolsas del súper de la esquina, abrió con dificultad  el portón de su edificio que, con tanta verja de seguridad, pesaba un quintal. Estaba malhumorado ya que, como cada viernes, llegaba su mujer para pasar el fin de semana con él, lo que equivalía al reinicio de las hostilidades. Al entrar en el portal, se alegró de no tener que encontrarse con la limpiadora y aguantarle su eterna alegría. Pisó con ganas el suelo aún mojado en dirección al ascensor; en ese preciso momento, se abrió la puerta y se encontró con Pepe, amigo circunstancial suyo de toda la vida.

--¡Hombre Andrés! y, mirando las bolsas ¿quién diría que estamos en crisis? claro, tú te estarás forrando con lo de los coches de segunda mano!..

No, decididamente Andrés no estaba para bromas, y tal vez hubiese contestado una grosería a su amigo de no haber llegado Loli, una vecina de hacía muchos años; por mantener ellos la puerta abierta, había tenido que bajar andando sus 4 pisos hasta la calle. Andrés no le dijo nada, pero su amigo le rogó que les disculpara a lo que contestó con una discreta sonrisa.

--Parece mentira que sigas enfadado con ella con lo buena que está aún, comentó Pepe siguiéndola con la vista.

Pero nuestro comprador matutino no tenía ganas de más cháchara; se había metido ya en el ascensor y se despidió de su amigo con un ”hasta otra” que no admitía más prórroga. Su malhumor iba en aumento... lo achacó a lo bocazas que, a veces, podía resultar la gente y a su encuentro con Loli. Todo un misterio esa mujer que, por haber hecho dos o tres anuncios en televisión, se tomaba por una diva y se empeñaba en mirarle con un aire mitad Mata Hari mitad Madre Teresa de Calcuta. Durante años les había hecho la vida imposible a su mujer y a él con sus taconeos, sus fiestas con música y demás movidas a horas intempestivas.

--Es que la gente del espectáculo funcionamos así, le había contestado una noche en la que hartos de no poder dormir, su mujer le había instado a que subiera a quejarse

--Pues, por lo menos, cómprese zapatillas …había gruñido él, derrotado por aquella ambigua mirada.

Y, mientras iba recordando todo aquello, Andrés dio inconscientemente al 4º en vez de al 3º como hubiese sido lo lógico; muchas veces se preguntaría el por qué de aquel gesto ¿ casualidad, equivocación, destino? El caso es que cuando paró el ascensor, lo retuvo con sus bolsas y salió al descansillo. Luego, se acercó a una planta decorativa junto a la puerta del piso de Loli y, como si fuese la cosa más natural del mundo, se desabrochó  la bragueta y se meó con todas sus ganas en el tiesto. Eso mismo lo había hecho en varias ocasiones, cuando loco de rabia por no poder dormir, descubrió que esa venganza primitiva e infantil le producía un doble alivio: el de su  vejiga y el de su sentimiento de impotencia y de rabia. Pero hacía mucho que Loli no daba fiestas… los tiempos eran duros para una actriz cincuentona en paro, y él no había vuelto a cometer esa chiquillada  sobre todo ahora que, con su mujer fuera cuidando de sus nietos, pasaba la mayor parte del tiempo solo en casa;  los poco ruidos que podían llegar del piso de Loli le acompañaban en su soledad. ¿Entonces, por qué lo había vuelto a hacer?... y mientras se cerraba la bragueta comprendió que  se meaba en su propia existencia que era de lo más aburrida, igual que la vida de aquella planta de descansillo... tal vez igual que la de Loli.

Cuando se dio la vuelta vio a su vecina mirándole estupefacta... otra vez ella había tenido que prescindir del ascensor para subir los 4 pisos y no la había oído llegar. El hombre no pudo pronunciar una sola palabra, y menos aún cuando vio una lagrima resbalar por la mejilla pálida de Loli. Como un niño avergonzado y asustado bajó la mirada y murmuró un atropellado “lo siento” antes de volver a meter, de una patada, todas aquellas estúpidas bolsas en el ascensor, y desaparecer tras la puerta.

Al día siguiente Loli encontraría un ramo de flores en lugar de la planta; acompañando el ramo una nota: “No quiero ser planta de descansillo, destino obligado de lo que estorba en casa... el lunes me voy de viaje una temporada ¿quiere acompañarme? Andrés.”                                                                      Dominique

1 comentario

Alfonso -

Muy bueno. Brillante. (como siempre)