ER PURGAR DE PEPE (La bacinilla)
La bacinilla no estaba debajo de la cama, tampoco la chaqueta lo estaba. Pepe había permanecido durante dos días “ausente” debido a una pleuresía, los demás soldados lo habían encubierto para no tener que ser trasladado a la enfermería la cual, se hallaba hacinada por los cientos de heridos.
Cuando despertó de aquellas fiebres que le usurpaban hasta el alma, pleno de sudoraciones toses y pesadillas, lo primero que necesitó fue evacuar el intestino; sus fuerzas eran nulas como para levantarse a las letrinas, y no había nadie, no sabía dónde estaba el batallón, y él no podía aguantar más.
Estiró la mano debajo del catre y tanteó en la penumbra, pero sus manos no hallaron nada, entonces buscó a sus pies la chaqueta del uniforme, pero tampoco estaba donde siempre.
Se sentó como pudo en un lateral del catre con los pies, ahora gélidos, tocando el suelo, y su cuerpo comenzando a tiritar. Buscaba desesperadamente.
Le costó acomodar los ojos a la casi ya oscuridad interrumpida apenas por unos lúgubres rayos de luz que penetraban por algunas de las contraventanas de madera desvencijadas y viejas, e hizo un último esfuerzo venciendo al mareo, pues la necesidad imperiosa así lo exigía, para, justo antes de “irse por los pantalones” ver incrédulo cómo a ras del suelo, se alejaban la bacinilla y su chaqueta solas. Tardó aún un rato en comprender que debajo de ellas habría un millón de pulgas.
Distrax
1 comentario
SAM -