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Taller Literario de Salinas

De mentira

No se conocían hasta que sus miradas se cruzaron aunque habían estado chateando durante meses. Él quedó hechizado y ella le dijo:

-- Te quiero.  

Para hablar de boda inminente se citaron en el mejor restaurante italiano de la ciudad y, mientras esperaban al camarero con  bigote postizo de falso gondolero, ella hablaba de lo que serían sus vidas; él, embelesado, la escuchaba perdido en su mirada tan cristalina.  Recordaba aquel dicho: “los ojos son el reflejo del alma”; se sentía confiado y feliz.

Ahora, el camarero se acercaba a la mesa apartada en una de las esquinas del local.

--Más íntima, había dicho ella al escogerla.

Una vela a medio gastar junto a un florero con un clavel rojo adornaban la mesa.

--Es de plástico, dijo el joven con una mueca de decepción al comprobar que la flor era artificial.

--¡Qué más da!... el efecto es el mismo, contestó ella.

En otro momento hubiese replicado que no hay nada más odioso que las falsificaciones pero no tenía ganas de restar ni un ápice de perfección a aquella velada.

El camarero acababa de encender la media vela; su luz hizo que el joven apartara por un segundo la mirada de la de ella que seguía hablando de eternidad. Entonces, el clavel le pareció aún más patético y la vela ahora hermosa. Cuando, al resplandor de la llama miró de nuevo a su compañera a los ojos, pudo percibir en ellos como movimientos de ondas en aguas tranquilas y recordó, angustiado, aquel lago donde de pequeño había estado a punto de perecer ahogado… en su superficie, como ahora en la mirada de ella, pasaban unos reflejos como nubes presagiando las peores desgracias. 

Entonces, asió el tenedor que tenía a mano como el náufrago se agarra al salvavidas y, sin apenas levantarse de su silla, lo clavó con violencia en el ojo derecho de su prometida, luego, en el izquierdo. En el restaurante semi vacío sólo se pudo oír el entrechocar del acero del tenedor contra los ojos de cristal de ella.

El hombre apagó la vela, salió a la calle, respiró hondo y se alejó.

Por segunda vez en su vida había estado a punto de morir ahogado. 

                                                                                                                             Dominique

 

6 comentarios

Anónimo -

Ja, ja, ja...elegantex-chulex, que lista ex...

Dominique -

Bordex... ese "puaf"te delata... y si al leer el relato te vino a la mente aquella escena de Buñuel lo tomaré como un cumplido... ¡para Chulex... yo!

Anónimo -

porque el final me sobresaltó desagradablemente, me vino a la memoria una película de Buñuel, en la pantalla unos ojos saltones, una navaja, y se los cortan por el centro
!puaf!

Distrax -

A mi, me sucede lo contrario, la primera parte me decía que iba a ser una historia corriente, y sin embargo, ese giro, me sorprendió (gratamente)para cambiar de opinión y decir, que me parece muy bueno.

Dominique -

¿ qué final te gustaría?...¿menos exagerado?... y eso que es relativamente "light"... ni gritos, ni sangre... si podemos hablar de ello me gustaría saber cómo ves tú ese final... pero lo primero será adivinar tu identidad...

Anónimo -

Me gusta la historia, pero no el final