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Taller Literario de Salinas

decisión

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Buscaba un lugar tranquilo para morir. Para ello eligió una pequeña cabaña cerca de un hermoso lago. Quería prepararse para la hora final y allí encontraría la paz que tanto necesitaba, lejos del ruido y de la vida disoluta que lo había arrastrado a tan patético mal.

Pasaba el tiempo con su lectura favorita, su música y su meditación, llegando a la calma más absoluta. Cuando el cuerpo se quejaba, daba grandes paseos contemplando el idílico paisaje y envidiando la fuerza del bosque, con sus poderosos árboles desafiando los vientos, haciéndolos bailar a su ritmo.

Era tan feliz, que la sola idea de volver a la ciudad para una última revisión, le horrorizaba, y no le veía sentido, si ya nada podía hacerse para recuperar la “vida.” Aprovecharía el viaje; necesitaba algunas cosas, como el último libro de su autor preferido y también, ¿por qué no?  Una caña de pescar. Había visto muchos peces en el lago y sería una nueva experiencia.

Ya  en la ciudad, hizo las compras apresuradamente. No aguantaba las prisas, los tumultos, empujones y por supuesto, el aire, aquel no era como el de la montaña, puro, reconfortante, permitiendo oler la diferencia de aromas mezclados, pero descriptivos para el olfato.

En la consulta no sentía ninguna sensación de angustia, ni nerviosismo, estaba preparado para el momento, la opinión del médico le daba igual. Pero las cosas iban a cambiar. El doctor, disculpándose constantemente, pidiendo perdón, por los resultados confundidos. Estaba limpio, sano como una roca y con muchos años por delante.

No reaccionó para nada, confundiendo al especialista. Se limitó a sonreír, y dándole las gracias, se fue dejando un gran desconcierto.

Sus planes no habían cambiado un ápice, se quedaría en el lugar elegido para morir. 

1 comentario

Anónimo -

Final brillante!... te preparas para llorar y tienes que volver a guardar el pañuelo en su sitio... Dominique.