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Taller Literario de Salinas

Monologo

Un monologo. Que complicado. Sin tema establecido. Un monologo. Es como pensar en voz alta sobre un tema. Pero, ¿Cómo decidir sobre que escribir? ¿Cuál puede ser el tema?

Estos días coincidieron varias cosas que me ayudaron. Ganó el atlético de Madrid la semifinal de la UEFA, el equipo que yo sigo desde hace años. No sé por qué. Como dice la propaganda del Atlético: “Papá, ¿Por qué somos del Atlético?” No tiene explicación, nos hace sufrir mucho, pero somos del Atlético. Quizás, por que jugué mucho futbol de muchacho con el Loyola, también de camisa roja y blanca. Pero eso solo no lo explica.

La otra cosa que me ayudó fue una película que me prestó Alfonzo “El secreto de sus ojos” donde uno de los  personajes, Sandoval, le explica al compañero donde buscar al asesino ayudado por un amigo hincha del Racing de Avellaneda. Que describe que el asesino no se puede apartar de su pasión: “el futbol” y es así como lo encuentran. Parece que la conclusión es: si uno es asesino mejor no ser hincha de un equipo de futbol. No, la conclusión es que a la pasión no puedes dejarla como se deja un objeto, no es una idea pasajera, es algo mucho más interno, con raíces profundas en el alma y en el corazón. Pero no solo se aplica al futbol.

La pasión es algo que mueve a mucha gente, que nos hace seguir un ideal, un sueño. Que nos hace dar un poco más, a pesar del cansancio, a pesar del desanimo. La pasión nos llama, nos obliga. Pero no sabemos por que. Esa pasión es irracional. Pero existe. No todos la sufrimos igual, algunos de carácter más apacible son capaces de controlarla, otros nos dejamos llevar por los caminos de la exaltación o la entrega de por vida a una causa, a un ideal: “Ata tu carro a una estrella y persigue un ideal” Eso es la pasión.

Cuando se sufre de esto, se ríe, se llora, se sueña, se planifica, se vuelve a soñar, se renueva día a día el sueño, demorado o atrasado por la realidad, se gana y se pierde pero el impulso se mantiene con las nuevas situaciones, nuevos análisis y nuevas constataciones, no importa se planifica de nuevo, y se sigue adelante. Dura mientras somos jóvenes, para algunos son pocos años, para otros más quijotescos y más soñadores dura muchos años la juventud. Pero llega un momento que la realidad gana. La vida real gana, a veces por goleada repentina. Es ineludible.

Y se produce un gran desencanto, una desilusión existencial, nos hacemos sarcásticos, damos respuestas irónicas, a veces con tonos de amargura, si no lo controlas te conviertes en un energúmeno fenomenal, si lo controlas o lo superas empiezas a reírte de la vida, de las cosas que ocurren, ya nada te sorprende, pero tu forma de responder a los estímulos muchas veces sorprende a tus paisanos, otras molesta porque no entienden cómo puedes pensar así. Como puedes no reaccionar como los demás…ellos no saben que lo hiciste durante muchos años, que tu vida ha sido un responder comprometido.

Solo encuentro una ventaja: ya jubilados de la pasión, podemos dormir tranquilo todas las noches. Porque tienes una sensación muy agradable: “valió la pena” hicimos un gran esfuerzo. Fuimos coherentes con lo que pensábamos… Ser coherente… Si, realmente eso ayuda.

Recuerdo una actividad en los talleres de formación de equipos donde varias preguntas buscaban que hicieras introspección para poder definir un rumbo, planificar tu vida,  que pudieras identificar lo que realmente querías conseguir con los años. Saber cuál es nuestra misión en este mundo. La forma de preguntarlo era: “¿Qué epitafio quieres que aparezca en la lápida de tu tumba?

Una pregunta difícil…

Bulldox

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