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Taller Literario de Salinas

MENTES ABIERTAS (con pocas palabras, pero...)

MENTES ABIERTAS (con pocas palabras, pero...)

Con pocas palabras pero… ¡cuanto decían!. Lo había visto en la biblioteca miles de veces y nunca hasta ahora me había parado a mirarlo. Él lo cogió con sumo cuidado de la estantería, lo trataba con tal delicadeza que  parecía como si estuviera acariciando a un niño. Se dirigió a una mesa del rincón. Aquél día la biblioteca estaba casi vacía y para disimular, yo también cogí un libro y me senté a observarle; nunca antes había visto nada igual… devoraba las páginas con tanta satisfacción que hizo que sintiera ganas de arrebatarle el libro de las manos y saber qué leía con tanta atención.

Las horas pasaban y más que mirar mi libro, le miraba a él: sus gestos, el brillo de sus ojos, su delicadeza al pasar las hojas… ¿Sería así con las mujeres? ¿tan sensible, tan dulce?… pensaba en eso cuando levanté la vista y le vi frente a mí; me tendió el libro y lo puso en mis manos.

-Creo que deberías leerlo, empaparte de el, merece la pena.

-Gra… gracias… parece interesante.

Mi boca no conseguía articular más palabras.

-Lo es y lo sabes ¿verdad?... llevas muchos tiempo observándome...¡ja, ja, ja!

Sentí como el rubor subía a mis mejillas y bajé la vista. Él había sabido desde el principio que le observaba ¡Dios mío! ¿Qué estaría pensando de mí?

-Tranquila Sofía... y recuerda que si no leemos los libros con la mente abierta, nos perdemos la mitad de las cosas que nos cuenta el escritor.

Dijo esto y se fue.

¿Sofía? ¡Sabía mi nombre!

Aún nerviosa, me puse a leer.                            Vero

 

 

1 comentario

dominique -

creo que se dice que los ojos son el reflejo del alma pero ¿y las manos?... al leer el relato se llega a oir las manos del hombre pasando las hojas... y, más que leer el libro, apetecería ver al hombre.