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Taller Literario de Salinas

EL CIEGO (amanece)

Amanece. Sólo lleva unos minutos despierto pero ya lo sabe con certeza. Se lo dice el mirlo del tilo junto a la ventana.

Amanece. Se lo ruge el primer avión de la mañana que despega, pesado, como quien corre con la tripa llena; hoy se le oye más—sopla  viento del oeste –piensa el hombre.

Amanece. Se lo susurra el cuerpo de ella buscando el suyo; libre ya de las cremas con las que se embadurna, es ahora como un regalo por fin desenvuelto.

Amanece. Se lo afirma su sexo, siempre de buen humor a esas horas de la mañana.

El hombre se levanta; al pie de la cama sus zapatillas aguardan como dos centinelas. Abre las cortinas, las persianas; a ella le gusta dormir sin un resquicio de luz… él no sabe si le gusta o no. Abre la ventana.

Amanece. Se lo grita el aire fresco de la mañana.

Ahora están los dos, desnudos frente al nuevo día. El hombre la rodea con sus brazos por detrás, y lee en braille aquel cuerpo que se sabe de memoria. Apoya la barbilla en su  cabeza… lleva  el pelo corto y unos mechones rebeldes juegan a hacerle cosquillas. Entonces la ama, mientras los ojos de ella le cuentan el amanecer.                                                                Dominique

 

     

3 comentarios

Distrax -

Tierno y romántico. Me gustó.

Anónimo -

!que te puedo decir! precioso

Anónimo -

estos son los amaneceres que merece la pena vivir. Me gusta la repetición al principio de cada párrafo, "poetiza" la prosa.